sábado, 16 de mayo de 2009


Quería contarte que una vez pensé en atragantarme seriamente engullendo un bloque reconcentrado de fósforo, o cuando dormía soñé que un ciempiés de punzantes uñas me rasgaba allí donde se hospedan las cuerdas vocales, también quise desagradarme la vez que con ciertos matices inventé una inyección maldita que cargada de lejía me perforase el huequecito por el que alguna que otra vez se me escapan las lágrimas. Pero principalmente fue en este parque de atracciones y odios donde me pescaron de lleno.

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